Vivimos rodeadas de energía. Todo lo que nos rodea —objetos, alimentos, personas, pensamientos— emite una frecuencia vibracional, que puede medirse en hercios (Hz). Nuestra piel no es solo un órgano físico, sino también un receptor sutil. Por eso, la ropa que usamos todos los días no solo nos cubre: también interactúa con nuestro campo energético.
La frecuencia vibracional de una tela se relaciona con su origen, su proceso de fabricación y su estructura molecular. Las fibras naturales como el lino, la lana y el algodón provienen de organismos vivos, y mantienen una resonancia compatible con el cuerpo humano. En cambio, las fibras sintéticas, derivadas del petróleo y altamente procesadas, presentan una vibración mucho más baja, incluso cercana a cero.
🌿 Fibras naturales: alta frecuencia, mayor armonía
- Lino: vibración altísima, estimada en hasta 5.000 Hz. Se lo considera una fibra regeneradora, capaz de elevar la frecuencia del cuerpo humano solo con el contacto.
- Algodón: entre 100 y 200 Hz. Suave, neutro y respirable, se adapta fácilmente al uso diario.
- Lana: entre 150 y 500 Hz, según su pureza y origen. Ideal para regular temperatura y aportar abrigo energético.
- Seda: también vibra en el rango de los 4.000–5.000 Hz, aunque más delicada y costosa.
Estas telas permiten que el cuerpo respire, regulan la temperatura y sobre todo no interfieren con el flujo energético natural del cuerpo. Muchas personas sensibles experimentan más equilibrio emocional, descanso profundo y sensación de bienestar cuando eligen fibras naturales.
🧪 Fibras sintéticas: baja vibración, interferencia energética
- Poliéster, acrílico, nylon, elastano: vibran por debajo de 15 Hz, muchas veces cerca de 0 Hz.
- Estas fibras no tienen vida orgánica y actúan como aislantes. A menudo generan electricidad estática y bloquean el flujo energético. Su uso prolongado puede provocar incomodidad, irritabilidad, fatiga o sensación de “pesadez” energética, especialmente en personas con alta sensibilidad.